Desde que viví la experiencia de estas festividades decidí ser parte de estos encuentros mágicos que conectan mi propia historia con el registro emocional de una comunidad unida por las tradiciones de la fe. Perpetuar ese momento me sintoniza con mi propia biografía que nada tiene que ver con puramente religioso, es sencillamente transformador, vibrante y sobrecogedor.
Sin conocernos nos aventuramos a compartir desde mundos y lugares diferentes, desde un espacio de apertura y confianza con mi intuición.
La imagen femenina es el centro y el hilo conductor de un encuentro que será siempre muy especial.
Mi objetivo es ser un filtro sensible que demuestre lo valioso de un pueblo y la energía brutal que emerge desde los hogares y familias que han decidido continuar las tradiciones a través de la ruta de la fe.
La primera vez que experimenté las sensaciones de estar presente en este lugar comenzó una historia de unión entre las festividades, la virgen, la gente, territorios diversos, unidos por el lenguaje de la devoción. Peregrinar es un acto
Me conmueve la sencillez de los lugares y su gente. Sin saberlo a consciencia cada uno de esos lugares también me son familiares.
Me sobrecoge el coraje de mujeres confiadas y decididas; que representan mi propia decisión de estar.
Me impresiona la rudeza de mujeres y hombres valerosos; que sabiéndome extraña me invitan a estar.
Me cautiva su manera de enfrentar la vida sin juicios, sólo aceptando lo que les toca transitar.